Lo que me sorprende de esta imagen no es que exista un helado con forma de pene, que un día u otro tenía que aparecer, sino todo lo que rodea a esta obra maestra de la fotografía pop. Observen, por ejemplo, a la niña de la izquierda que escudriña en su mente intentando recordar donde ha visto esa forma que tiene el helado de su hermana. O el aún más inquietante gesto del tipo de la derecha, sonriente ante lo que acaba de descubrir y con cara de querer darle un manotazo a la niña y quedarse con un helado, o con los dos. Sí, señores, esta imagen debería estar en un museo.
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